miércoles, 7 de octubre de 2020

De las gradas al mainstream

Pero, ¿en qué momento la estética del hooligan, del rude boy futbolero pasa de las terrace a ser un fenómeno buscado por hipsters de clase media? Podríamos citar varias razones, todas igual de ciertas, todas igual de rebatibles.

En primer lugar, tenemos la especie de atracción animal, al 50 %, y tribal, al otro 50 %, que pueden llegar a despertar este grupo. Nada hay que conecte mejor con nuestro yo homo sapiens que un grupo de hombres violentos, destrozando una ciudad a su paso, al mismo tiempo que se rompen mutuamente la cabeza. Todo esto, acompañado de una uniformidad estética casi universal, que pocas veces encontramos en otros movimientos. No hablamos de cualquier tipo de estilo; hablamos de gente que viste como un estudiante de escuela de Ivy League acompañado de un toque callejero que te indica que, no te confundas por las pintas, estamos ante tipos auténticamente duros.

Esto, por sí solo, no es suficiente. Porque una estética por sí sola no alcanza niveles mundiales. Pero es que estamos dejando fuera de la ecuación la eclosión que el fútbol tuvo a lo largo de finales de los 80 y durante los 90 y alcanzó su cenit en los 2000. No estamos hablando del viejo y noble deporte del balompié, estamos refiriéndonos a su explosión como auténtica industria millonaria; capaz de triturarlo todo pero también de hacer tragar a cualquiera su mensaje con papilla. O, lo que es lo mismo, no sólo los futbolistas se convirtieron en iconos: también los que poblaban las gradas.

Hay otro componente en la ecuación que es esencial. Le pese a quien le pese (especialmente a los yankis), Reino Unido siempre ha sido el país, seguramente junto a Italia, que más ha actuado como catalizador y prescriptor de tendencias a nivel mundial. Ya sea expandir lo preppy o dar voz a lo chav, los británicos son los auténticos generadores de modas y un movimiento como el hooliganismo, que tiene tanto peso en el fondo como lo formal, no iba a ser ajeno a esta realidad.

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-- Un saludo. Héctor Rodríguez Pérez